Sportivo Italiano
sigue comprometiendo cada vez más su permanencia en la Primera B tras caer por
goleada ante un Barracas Central que por el contrario que se acomoda entre los
de arriba y alimenta la ilusión de pelear el ascenso.
La clave de los tres goles de diferencia que
marcó el resultado definitivo, se basó en el orden, la prolijidad, serenidad,
concentración y principalmente lo certero que estuvo el equipo de Marcelo
Barrera para aprovechar cada uno de los horrores defensivos cometidos por su
rival.
En la primera que tuvo el local, Abalos envió
un centro desde la izquierda y Soriano cabeceó apenas arriba, pero en la
siguiente invirtieron los roles y el “mellizo” capturó una pelota que no
despejó a tiempo la defensa azzurra para habilitar a su compañero, quien abrió
la cuenta a pocos minutos del inicio.
Si a los de Ciudad Evita todo se le hace
difícil por el estado terminal en que se encuentra su continuidad en la categoría,
es casi imposible revertir la situación si sigue mostrando con un fútbol
intrascendente y más aún cuando se está en desventaja desde casi el inicio.
Con la tranquilidad de la tempranera ventaja,
Barracas controló el trámite durante los primeros veinte y luego cedió algo la
pelota aunque sin correr riesgos, hasta que le presentó otra oportunidad de
convertir y terminó consolidando lo que sería una clara victoria.
Un derechazo de Batallini atajado por Beltramella
fue el aviso previo a una nueva habilitación de Soriano, tras pellizcar una
pelota que parecía perdida entre dos jugadores rivales, que una vez más dejó
solo a Abalos entrando por izquierda para establecer el segundo gol.
A todo esto, Archubi insinuaba algo más que
el resto de sus compañeros tratando de estar en contacto permanente con el
juego y metiendo algunos bochazos a los de adelante, que jamás lograron entenderlo.
Las variantes realizadas por Toresani en el
entretiempo no hicieron efecto, porque en la segunda parte se acentuó aún más la
inexpresión general de un equipo que por momentos parece entregado, sin
reacción anímica ni futbolística y que juega solo por inercia, a tal punto que
casi no generó situaciones de riesgo a lo largo de todo el partido.
Encima, del otro lado el elenco albirojo
tenía a la defensa muy firme, a Vera haciendo un muy buen trabajo por derecha y
la siempre latente peligrosidad de los de adelante, dejando la impresión de que
si aceleraba un poquito más, podría haber sacado una diferencia mayor a la
real.
Cuando el partido estaba aburrido y sin
evidencias de cambiar el rumbo, Barracas estuvo atento a otro regalo porque apareció
Rossi, que no había tenido mucha participación, y aprovechó la caída de su
marcador para quedarse con el balón y estampar el tercero.
Quedó claro
que los errores defensivos fueron decisivos porque cada vez que fallaba, el “Azzurro”
terminaba yendo a buscar la pelota en el fondo del arco. En el primer gol no
hubo un buen despeje previo, mientras que en el segundo Fioravanti y Barreal se
confiaron al cubrir la pelota ante el asedio de Soriano y en el tercero Pérez
perdió el balón al caerse solo.
A esta
altura del campeonato, la mínima equivocación puede terminar siendo una condena
a futuro y por más que las matemáticas lo mantienen vivo, hasta el más
optimista “tano” evidencia síntomas de resignación.