La juventud de Carlos Ibáñez y la experiencia de Mario Saccone se unieron en la tarde de Ciudad Evita para generar y definir la gran jugada que le daría a Sportivo Italiano el triunfo sobre Flandria, luego de once presentaciones sin sumar de a tres.
Todo fue un mar de dudas desde el calentamiento previo, ya que Ezequiel Molina sintió una molestia y quedó marginado del primer equipo azzurro. Por eso debió entrar de apuro Carlos Ibáñez, quien en principio iba a ir al banco, y Rubén Meozzi, que había quedado afuera de los 18, se sumó imprevistamente a los suplentes.
Pese a ser enganche, “Chicho” arrancó el partido parado como lateral izquierdo y con el correr de los minutos el entrenador Rubén Agüero fue reacomodando las posiciones haciendo retrasar a Lamacchia como central, corriendo a González a la derecha y trasladando a Leiva al sector opuesto. En tanto, en el medio Sebastián Gómez quedó parado como número cinco, pero al no sentirse cómodo rotó su posición con Rodas, que se había ubicado por la derecha.
Mientras el local se ordenaba, Flandria manejaba la pelota con Harkes como abanderado en la zona de los volantes y abriendo la cancha para llegar con centros al arco defendido por Flores. Sin embargo, le faltaba claridad en los metros finales para concretar lo que insinuaba y encima a partir de la media hora bajó su nivel con la obligada salida por lesión del hombre que mejor estaba haciendo las cosas.
Ofensivamente era muy poco lo que se podía rescatar y prueba de ello es que recién a los 34 se produciría la primera jugada de riesgo a favor de Italiano tras un centro de López que Leclercq estrelló en el palo con el arquero vencido.
Tan pobre había sido lo visto en la primera etapa que el público presente se manifestó con reproches y quejas principalmente hacia el entrenador azzurro cuando este caminaba rumbo al vestuario.
Tras el regreso, el local trató de imponer su condición adelantándose unos metros y asociando al juego a sus delanteros, que habían tenido muy poca participación en los primeros cuarenta y cinco. Ese esfuerzo tuvo su premio a los 12 cuando Ibáñez dejó a dos rivales en el camino y asistió al interminable “Lobo” para que fusilara al uno y se trepara al alambrado para festejar junto a los hinchas.
Otra baja por lesión complicaba al conjunto de Jáuregui, pero estaba obligado a revertir la historia por lo que fue para adelante aún con el riesgo de sufrir algunos contragolpes y así se fue dando un partido de ida y vuelta.
De un lado Noriega cabeceaba todo lo que le llegase por arriba y del otro la frescura juvenil de Verón le agregaba más dinamismo a lo que ya generaba Ibáñez. Además, por si algo fallaba en la última línea azzurra, Flores estaba siempre listo para mantener el cero en su arco, como lo pudieron comprobar tanto Sandoval como González.
La emoción duró hasta el final porque a los 43 los de Agüero estuvieron cerca del segundo a través de Verón cuando Mattía salvó de pecho en la raya y ya en tiempo adicionado el arquero azzurro le ahogó a Diduch el grito del empate.