De entrada todos se sorprendieron por el planteo dispuesto por el entrenador Gerardo Reinoso, que varió mucho de lo que se había observado en los otros tres compromisos. Paró un líbero con dos Stoker en el fondo, dos volantes carrileros por afuera, un tapón en el círculo central, dos hombres libres para la elaboración y dos puntas.
Era un esquema que casi no se había ensayado y con jugadores ubicados en posiciones poco habituales para ellos, por lo que muchas veces se los vio perdidos y confundidos en el campo de juego.
Lo errores fueron una constante en el azzurro, a tal punto que a tan solo dos minutos del comienzo Islas pondría en ventaja a la visita para agregarle una cuota extra de nerviosismo a su rival.
Con más ganas que ideas claras, los de Ciudad Evita trataron de aproximarse al arco de enfrente y cuando lo lograron, generalmente a través de centros a dividir, se encontraron con la seguridad de González.
Los reproches entre los mismos jugadores daban la pauta de lo perdido que estaba Italiano en el campo de juego, algo que el conjunto “Naranja” iría aprovechando para asegurarse los tres puntos.
En la segunda etapa continuaron las fallas defensivas con Bogao y Steinbach casi siempre a destiempo y con Rosa jugando más con el corazón que con la ubicación para tratar de tapar los enormes baches que quedaban en las cercanías del área.
Tampoco los volantes encontraron una línea de juego porque los externos no se proyectaban y por el centro, donde abundaba el barro, Soplán luchaba solo mientras que Heredia y Zalio se enredaban en el traslado de la pelota.
Así los punteros poco podían hacer más allá del sacrificio constante de Cobelli para retrasarse en busca del balón y ser el único en ganarse los tibios aplausos de la gente en medio de una reprobación casi generalizada.
Con esta pobre imagen del local, Berazategui impuso la solidez de su última línea y la presencia de Quillutay en el medio para manejar el trámite, que con el ingreso de Fener se le hizo más favorable aún por el peligro constante que generó en los metros finales. Por eso no fue casual que apareciera Pastor a los 30 y a los 35 para liquidar el pleito.
