El agónico gol de Molina sobre el final evitó otra caída de Sportivo Italiano, que hubiera desencadenado seguramente otra nueva ola de críticas por el irregular presente del equipo. Sin embargo, el empate ante Platense no logró tapar el bajo nivel futbolístico que los conducidos por Horacio Bongiovanni volvieron a dejar a la vista de todos.
Todo se le dio mal desde el comienzo a la visita porque en la primera jugada del partido quedó averiado a Blanco tras chocar con su compañero Capdevilla. Tras esto, el arquero se salvaría dos veces (una gracias al travesaño) de ir a buscar la pelota al fondo a del arco y a los seis el “Chueco” debió dejar la cancha para ser reemplazado por Leonardo Gómez.
El “Calamar” estaba obligado a dejar una buena imagen ante su público y por eso buscó el gol desde el comienzo, especialmente con proyecciones por los costados y posteriores cambios de frente. En ese aspecto fue Vinaccia quien mejor aprovechó los espacios por derecha para asistir una y otra vez a los delanteros.
Antes del cuarto de hora, Italiano sufriría su segunda baja, ya que Roldán recibió un golpe en su rodilla derecha y en su lugar ingresó el juvenil Ibáñez cuando el trámite era bastante pobre más allá del protagonismo y mayor posesión de la pelota que intentaba ejercer el local.
Con poco, Platense se las arregló para inquietar bastante seguido a través de la movilidad de Parisi por todo el frente de ataque y la llegada masiva de los volantes hasta el arco defendido por Capdevilla.
Recién a los 41 Italiano se aproximó tras un centro de Leclercq desde la izquierda que nadie llegó a conectar. Muy poco de mostró en la primera parte un equipo que en la décima fecha ya debería haber ensamblado a su vieja base con los refuerzos llegados para la presente temporada.
Por si faltaba algo, cuando se jugaba el primer minuto del complemento hizo efecto la fórmula más utilizada por el marrón ya que llegó un nuevo centro Vinaccia y Diz de cabeza abrió el marcador. Allí se animó más aún el equipo de Espina ante un rival que seguía sin aparecer y lo poco que lograba crear terminaba siendo intrascendente más allá de alguna solitaria corrida de Leclercq.
Parisi, Diz y Foglia tuvieron la oportunidad de estirar la ventaja pero en una ocasión se interpuso el palo y en las restantes evitó los goles el arquero azzurro, que comenzaba a transformarse en lo más destacable de su equipo y borraba así las dudas que había dejado en sus primeras presentaciones.
A los treinta Gómez y Parisi cayeron al piso y el punta calamar tras levantarse le pegó un cabezazo a su rival, motivo por el cual el juez le mostró la roja. No obstante, nada parecía poder cambiar el resultado hasta que a los 41, tras el primer tiro de esquina que se le presentó en el partido, Molina encontró la pelota picando y la mandó a la red sellando la injusta igualdad.