Para Sportivo Italiano era un lindo desafío enfrentar a Central Córdoba, uno de los líderes del Torneo Apertura de la Primera C, con la posibilidad de achicar distancias y para saber realmente dónde se está parado.
La historia terminó con una derrota por la mínima diferencia, pero fue mucho mayor el grado de bronca por cómo se dio el partido y porque el resultado final fue una especie de castigo para el "Azzurro" por todo el gasto que hizo durante los noventa minutos.
El arquero Granero no debió intervenir demasiado, pero tuvo un mal despeje que terminó siendo clave en la resolución del encuentro porque Cobelli, que estaba caído por su forcejeo con Pizzarro, mantuvo la atención a la jugada y cuando cayó la pelota mal despejada por el uno puso el pie para abrir la cuenta.
A partir de esa ventaja, el elenco rosarino cedió el protagonismo al local durante casi todo lo que restaba del encuentro, pero no logró hilvanar claras sociedades de juego ni encontró alternativas para quebrar a la segura defensa visitante.
A los veinte Sergi cabeceó a manos del uno anticipando que se podía llegar y tan solo dos minutos después Vico quedó en inmejorable posición de cara al gol, pero el uno le ahogó el grito despejando al córner.
Dentro de todo lo que Italiano insinuaba, Bifiguer fue el mejor por su empuje permanente y sus llegadas hasta el fondo por el carril derecho, pero no sucedió lo mismo por el otro sector, donde se lo vio algo flojo también en la contención.
Por el lado de la visita, poco y nada. Se afianzó en su última línea, especialmente desde la seguridad que tuvieron los centrales cuando llovieron centros y cruzaron pelotas “envenenadas” por el área, que fueron despejadas con éxito o mal resueltas por los jugadores del ACIA.
Cuando el equipo de los hermanos Crespín parecía algo partido en el medio y acudía a pelotazos desde el fondo en su mayoría a dividir para los delanteros, llegaron las variantes de nombres y de esquema que tampoco lograron revertir la derrota.
Ni siquiera contó con una mínima cuota de suerte como para que el cabezazo de Peralta o el de Vico cerca del final tuvieran una mejor dirección y en vez de salir por el costado del palo hubieran ido hacia el fondo de la red.