Desde el inicio, al azzurro le costó bastante acomodarse en la cancha ante el numeroso cambio de nombres a raíz de los cuatro suspendidos. Astudillo no encontraba su lugar como improvisado enlace y Ronconi terminó siendo quien más aportó en ese aspecto.
Por su parte, la visita elaboraba su juego alrededor de Cristian Gómez, pero no lograba crear peligro en el arco de Anconetani más que por un par de tiros del propio “Gomito”, uno de los cuales fue rechazado por el uno y el restante fue un tiro libre que salió muy cerca del ángulo superior derecho.
Hubo momentos en los que los de Pascutti lograron desnivelar por los costados, pero estaban imprecisos a la hora de meterse en el área, por lo que el marcador permaneció en cero durante el primer tiempo.
La segunda parte tuvo otro ritmo y otra emoción tras el gol de Alfaro a los 35 segundos, que logró abrir el partido y además le dio impulso al conjunto de Mataderos para poner al borde del KO a su rival.
Recién a los veinte pareció reanimarse Italiano con el empuje de Ronconi, quien justamente buscó a Verón por la izquierda y Monllor se anticipó cuando la “Brujita” quedó mano a mano.
Sin embargo, dos minutos después llegaría la revancha para el sacrificado número cinco azzurro porque fue eludiendo rivales desde la derecha hacia el centro y cuando perdía la pelota la recuperó e Imperiale habilitó por izquierda a Rami, quien se acomodó con el ángulo cerrado y definió entre el primer palo y el arquero.
Al fin despertó el local y a los 27 logró dar vuelta la historia gracias a Meloño, tras encontrar un rebote y ponerla abajo a la izquierda de Monllor para desatar la alegría de la gente.
Chicago entró en confusión y por momentos se regaló mucho en el fondo, pero Verón y Rami no se entendieron en los metros finales, sino seguramente hubieran marcado algún otro gol para estirar la diferencia.
Pascutti mandaba a la cancha a Natalicchio y sacaba a Rami como para contener en el medio y asegurar la victoria, pero enseguida Alfaro se encontró solo delante de Anconetani tras una serie de rebotes y puso la igualdad en dos.
El empate no le servía a nadie y por eso ambos equipos se contagiaron de nerviosismo en los minutos finales, a tal punto que se reiteraron los tumultos, las discusiones, aparecieron algunas amarillas y un expulsado por bando.
Incluso el árbitro y sus asistentes se desconcentraron en ese último tramo, donde tuvieron muchas fallas conceptuales y cobraron cosas inéditas que parecían de otro reglamento.
