Micros, combis y autos particulares partieron a la madrugada desde distintos puntos de Buenos Aires con un mismo destino: el estadio Bicentenario. También hubo otros que llegaron en avión sobre el comienzo del encuentro, sorteando los inconvenientes provocados por las cenizas volcánicas.
Tras el pitazo inicial, los hinchas hicieron su ingreso al sector que se les destinó en medio de un gran colorido y al ritmo de bombos y redoblantes no dejaron de alentar en todo el partido.
Nada podía faltar en esta ocasión y por eso en varias oportunidades fue desplegado el telón que suele verse sábado a sábado en Ciudad Evita.
El sacrificio del largo viaje terminó valiendo la pena y la noche se llenó de alegría con el nuevo triunfo conseguido mediante la ejecución de los penales.
